martes, 29 de enero de 2013

Invierno

La semana pasada llegó el invierno a Londres, pero por ahora parece que ya se ha ido (en parte). El fin de semana no paró de nevar, y aunque en un principio no cuajó, el domingo Londres amaneció con un manto blanco.
El sábado por la mañana, aprovechando que dejó de nevar, salimos a dar una vuelta por el barrio. Nos acercamos hasta el Broadway Market, en Hackney. Es un mercado de comida al aire libre que abre todos los sábados. Todo tenía muy buena pinta, pero no nos paramos a comer en ningún puesto porque habíamos invitado a unos amigos de Maite a comer a casa. Tomamos unas fajitas riquísimas, y después de estar un buen rato de charla en casa nos fuimos a un pub cerca de Old Street a tomar algo. Lo pasamos muy bien y nos reímos mucho. El domingo, aunque nevaba bastante y estaba todo nevado (o tal vez por eso mismo), decidimos echarnos a la calle a pasear un poco. Bajamos andando hasta el Támesis, cruzamos a la orilla sur, y fuimos bordeando el río hasta la Tate Modern. Allí hicimos una parada para entrar un poco en calor. Subimos a la cafetería de la última planta, que no tiene desperdicio. En mi opinión es uno de los sitios con mejores vistas de Londres. Una vez recuperados, emprendimos el camino de vuelta, cruzando el Puente del Milenio (o el 'Wobbly Bridge', como se le conoce aquí por lo inestable que era el día que lo inauguraron), pasando por St. Paul... pero todo esto a un ritmo bastante más vivo que a la ida, ya que el frío empezaba a pasarnos factura.

Delante de la Tate Modern

Durante la semana, en el trabajo, la única novedad es que he pedido cambiarme de equipo (al menos una temporada), porque tenía ganas de dejar un poco de lado tanta arquitectura paramétrica y programación. Después de casi un año trabajando en este equipo, me apetecía cambiar a uno más 'ingenieril' para poder hacer cosas más mundanas, que a la gran mayoría le parecen (o parecerían) bastante más aburridas que lo que estaba haciendo. En principio estaré una temporada a caballo entre los dos equipos, trabajando teóricamente 50%-50% para cada uno, aunque me temo que en la práctica estaré trabajando 100%-100% para cada equipo. O al menos eso ha pasado estos dos últimos días. El caso es que empiezo con ganas, pero a ver lo que me duran. Ya hay apuestas entre los de mi equipo, y el más optimista piensa que sólo aguantaré dos meses antes de querer volver. Ya veremos.
Este fin de semana, aprovechando el buen tiempo, salí con Richard (un amigo de la oficina -el optimista de los dos meses-) a dar una vuelta en bici. Llevábamos más de tres meses diciendo que teníamos que quedar para montar, y al fin lo conseguimos. Fuimos hasta Richmond, un parque situado al suroeste de Londres, y al que se llega después de atravesar la ciudad de punta a punta (sólo llegar hasta allí desde mi casa son unos 20km). De camino, bordeamos el Támesis, y tuve una sensación extraña al atravesar la zona del Big Ben en bicicleta: la mayoría de las veces que había estado por ahí antes había sido de turismo, y esta vez pasaba por allí como un ciudadano más, de camino a un buen día de bici (como cuando montaba en bici en Madrid y tenía que atravesar la Gran Vía para llegar hasta la Casa de Campo). Richmond es un parque muy grande (de hecho creo que debe de tener el mismo tamaño que la Casa de Campo), pero muy llano. Me hizo gracia, porque en un momento Richard me advirtió de que nos estábamos acercando a LA colina, y he de reconocer que la subida tiene mucha pendiente, pero creo que la longitud del repecho no llega ni a 500m. Me gustaría verle subiendo a Abantos. Dimos un par de vueltas (unos 10km por vuelta) y nos volvimos. Al final con la tontería recorrimos unos 60km en 2h30, que creo que no está mal para empezar. Llegué a casa bastante necesitado de glucosa, al borde del mareo, y eso que pensaba que al ser todo llano no me iba a costar demasiado.

Esto es a lo que llamo cruzarse Londres de punta a punta
Richmond está lleno de ciervos (ni se inmutan cuando te acercas a hacer una foto)

Por la tarde quedamos con Paula, María y Pepe (Michael se unió más tarde), a tomar unas pintas/vinos/sprites por Shoreditch. Estuvimos en un par de pubs, y nos retiramos antes de que les cerraran el metro (aquí el metro cierra sobre las 12, 12.30, y como te tengas que volver en autobús, ya puedes armarte de paciencia).
El domingo por la mañana salimos a comprar unas trufas de chocolate para Ed y Sofía (Ed es uno de mis compañeros de fatigas de AKT), porque nos habían invitado a cenar a su casa. Aprovechamos la excusa de las trufas, y el sol que se asomaba entre las nubes, para dar el paseito de rigor por Brick Lane y Spitalfields Market.
Sobre las siete de la tarde nos fuimos a casa de Ed y Sofía y allí estuvimos hasta las 11 más o menos. Nos prepararon una cena buena buena: fusión italo-sueca (él italiano, ella sueca). Para picar unas minitostas con salmón, tomate y mozzarela, queso, pimientos, pasta de anchoa... De primero melón con berenjenas a la parrilla, y de segundo una sopa sueca riquísima. Si preguntáis a Mai qué tal la cena, seguro que de lo primero que os habla es del postre: kladdkaka. Era un pastel de chocolate, también sueco, parecido a un brownie, y acompañado de helado de vainilla. Cenamos de lujo, y nos lo pasamos muy bien, porque son una pareja muy divertida que siempre tiene mil anécdotas e historias que contar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario