domingo, 10 de marzo de 2013

Primer año en Londres

El viernes cumplí un año viviendo en Londres. Qué rápido pasa el tiempo. El balance es muy positivo: una vez que asumes que no vas a ver demasiado el sol todo va mejor. El piso, la gente, la ciudad, el trabajo... creo que aunque a veces me queje bastante (que se lo pregunten a Mai o a algunos de mis compañeros de trabajo), no debería. Encima por fin he conseguido cambiarme de equipo, así que tengo aún menos motivos para quejarme (por ahora :)). Hace dos semanas empecé a trabajar en un equipo de ingenieros (sólo ingenieros: sin grasshopper, sin rhino, sin historias paramétricas, programables, sin geometrías recíprocas, sinclásticas, anticlásticas, mínimas, elípticas, parabólicas, sin mallas cónicas, desarrollables, sin "form-finding", sin estructuras monocasco, sin "stress skin", sin fachadas adaptables, reactivas, transformables, en fin, sólo ingeniería). No me arrepiento de haber estado un año trabajando en eso, porque todo lo que he aprendido, que no ha sido poco, me vendrá muy bien antes o después. Ahora toca aprender de números, y de llevar a la realidad, de construir, todo esa variedad de proyectos y geometrías. En mi nuevo equipo voy a dedicarme casi exclusivamente a un proyecto de rehabilitación de una antigua fábrica de lino. Y cuando digo antigua, me refiero a un edificio que se empezó a construir en 1796 (¡tres años antes del golpe de estado de Napoleón! suena lejano ¿eh?). Fue el primer edificio cuya estructura entera (vigas y pilares) fue realizada con hierro de fundición. Hay quién lo considera el abuelo de los rascacielos (http://en.wikipedia.org/wiki/Ditherington_Flax_Mill). Esperemos que cuando terminemos el proyecto y la rehabilitación, se pueda seguir hablando de él en presente y no en pasado. Así que por ahora estoy contento con lo que estoy haciendo; me va a costar un poco adaptarme a mis nuevas funciones (y a la forma de trabajar de los ingenieros), pero yo creo que lo conseguiré :).

Al cambiar de equipo se me hizo entrega del famoso "Red  Book"

Y nada, estas dos semanas pasadas han dado para mucho. El martes de la semana pasada quedé con Hugo e Iván -dos amigos del colegio- para ver el Madrid-Barça en un pub del centro. Hacía bastante tiempo que no les veía, pero como ahora los dos están viviendo aquí, igual nos vemos más (o igual no). El resultado creo que todo el mundo lo sabe, pero como cada vez que voy a ver un partido de fútbol, me pareció un tostón. Será que no entiendo, o que realmente lo fue. El caso es que fue una buena excusa para ver a mis amigos.

Viendo el partido. Mis fotos de interiores con el móvil son conocidas en el mundo entero por su asombrosa calidad.

El jueves de esa semana quedamos con Pepe y Paula para cenar en un japonés que está muy cerca de Trafalgar Square. Se llama Eat Tokyo, y se cena de lujo. Tuvimos que esperar un buen rato porque estaba hasta arriba de gente, pero la espera mereció la pena. Está todo muy rico, y las raciones son bastante abundantes. Es sorprendente porque es uno de los pocos japoneses de los que sales sin hambre y sin perder un riñón. Quedamos en que repetiríamos.

Como se puede observar, a Maite le entristece enormemente tener un bol lleno de atún  para ella sola.

El sábado por la tarde nos paseamos por una zona de Londres que casi no conocemos (mercado de Spitalfields, Brick Lane... ¿se capta la ironía?), y nos acercamos a probar un sitio sueco que teníamos ganas de probar: se llama Fika, está en Brick Lane, y tiene un pastel de chocolate que está para morirse (su nombre es kladdkaka, y como te descuides cuando Mai está presente, desaparece sin haber tenido la posibilidad de probarlo). 

Efectivamente, un pastel de chocolate caliente con helado de vainilla es otro motivo de absoluta tristeza.

El domingo fuimos a un concierto en el Southbank Centre (en South Bank, obviamente, muy cerca del London Eye). El concierto, y el público merecen capítulo aparte. Lo primero que nos chocó, es que antes de que el pianista empezase a tocar, salió una chica a entrevistarle, preguntándole sobre las piezas que iba a tocar, los compositores... Para más inri, volvió a salir a mitad del concierto y le preguntó alguna cosa más. Para seguir, las piezas elegidas por el pianista (Karim Said), eran de Schoenberg y sus discípulos (http://es.wikipedia.org/wiki/Arnold_Sch%C3%B6nberg), que para describirlo de una forma rápida y burda, es un tipo de música a la que no estamos muy acostumbrados debido a sus disonancias, y a que no hay una tonalidad dominante (básicamente podríamos decir que suena raro). Completaban el cuadro los espectadores, entre los que cabría destacar a un individuo (aún no sabemos si era hombre o mujer), que vino vestido de ciclista: maillot, culote (que palabra tan fea), zapatillas de bici, y hasta gorrilla. Para completar el kit, vino acompañado de su sillín. Mención especial merecen también algunas espectadoras que se pasaron el concierto durmiendo, apoyadas en el hombro del vecino, o la que estaba sentada a mi lado, que no se separó de facebook ni un minuto. En fin, técnicamente hablando, el concierto estuvo muy bien, porque el pianista lo bordó (aunque la verdad, con este tipo de composiciones, si el pianista se equivoca tampoco se nota demasiado), pero la próxima vez iremos a ver algo más clásico. Al terminar el concierto, nos tomamos un burrito al lado del río (aprovechando que el sol se asomaba entre las nubes), y nos volvimos a casa dando un paseo.

A pesar de las nubes amenazantes, pudimos difrutar de un rato de sol. Eso sí, el viento era gélido.

Este finde, he vuelto a salir a montar en bici con Richard, otros 70km por Richmond. Creo que poco a poco nos vamos poniendo en forma, aunque el sábado por la tarde casi no podía moverme. Eso sí, el cansancio no impidió que Mai y yo nos fuéramos de cena de celebraciones (el trabajo de Mai, su primer sueldo, mi cambio de equipo, mi primer año en Londres, ¡será por falta de excusas!). Terminamos en el Eat Tokyo (en uno que está cerca de Holborn), y nos pusimos las botas. No era para menos. Hoy día tranquilo, porque el tiempo no acompaña: después de darnos un mini paseo, nos hemos hecho una buena comida. La carne en este país no es buena, a menos que estés dispuesto a pagarla.

De camino a Richmond. A pesar de lo que parece en esta foto, hizo buen día (aquí  cualquier día que no llueve es un buen día).
Una buena celebración, para rematar un buen primer año.

domingo, 24 de febrero de 2013

Finde de cumples

El fin de semana del 9 de Febrero nos fuimos a Madrid a celebrar el cumpleaños de mi padre y de algunos tíos y primos más. Viajamos el sábado por la mañana, pronto pronto, para llegar a Madrid antes de comer. Como mi padre no sabía que íbamos, nos vino a recoger Dani, diciendo como excusa que tenía que irse a un partido de fútbol. Al llegar a casa, aprovechando que estaban todos en la cocina, mi padre incluido, Mai y yo nos colamos en el comedor con la ayuda de mi hermano, sin que se dieran cuenta. Entonces, a la señal de mi hermano empecé a tocar "cumpleaños feliz" con el piano. Al principio mi padre no le dio demasiada importancia, porque como María también toca el piano, podía ser ella. Pero al verla entrar en la cocina, y ver que la música seguía ya se extrañó bastante. Se llevó una buena sorpresa, porque al parecer no se lo esperaba para nada (a pesar de que las semanas previas habíamos metido la pata más de una vez cuando hablábamos por skype). Una vez descubierta la sorpresa, nos fuimos a casa de la abuela, porque teníamos comida de celebración múltiple allí. Aparte de mi padre cumplían años unos cuantos más. Así que nos reunimos unos cuarenta y como de costumbre en estas comidas terminamos llenos a reventar. Con tanto postre es normal. Después de comer, Mai se fue a una peluquería que le gusta mucho a que le cortaran el pelo (obviamente) y yo fui a buscarla a la salida porque queríamos hacer algunas compras. 

Con los primos (algunos más, otros menos)
Los homenajeados


Después de un paseo por el centro volvimos a casa: teníamos celebración del cumple de mi padre. Allí creo que 'sólo' fuimos treinta. Estuvo muy bien la cena, aunque aún me pregunto como pudimos comer algo después de la comilona que nos habíamos pegado. Mis tíos le habían preparado a mi padre una serie de regalos muy divertidos que le fueron dando durante la cena. Nos reímos mucho, porque cada regalo era más extravagante que el anterior (una barba postiza, un fémur de plástico, una corbata de payaso, un bastón... creo que la temática quedó bastante clara). Lo pasamos muy bien, y una vez más acabamos con los postres, o más bien, los postres acabaron con nosotros.

Cenita en casa

El domingo nos fuimos en busca de un Trivial (llevamos mucho tiempo queriendo comprar uno, pero comprarlo aquí no tiene mucho sentido, porque no sabemos demasiado -o nada- de la cultura inglesa). Estaban agotados, así que para compensar nos fuimos a comer al VIPS. Decir que tomamos un brownie de postre es casi innecesario, porque no creo que nadie sea capaz de salir de allí sin tomar uno. Pasamos la tarde en casa, y por la noche fuimos a cenar a un japonés en familia. Efectivamente, los viajes a España consisten en comer, comer y comer.
El finde pasado fue algo más tranquilo. Por la mañana me fui a montar en bici con Richard y un amigo suyo a Richmond. Esta vez hicimos unos 70km en tres horas. No está mal. Además el amigo está muy en forma y nos hacía esforzarnos bastante más que la vez anterior, en la que casi fuimos de paseo. Llegué a casa desfallecido, pero creo que poco a poco me voy poniendo en forma. 

De camino a Richmond

Por la noche tuvimos fiesta en casa de Michael, en Notting Hill. Celebraban el cumpleaños él y sus dos compañeras de piso, así que hubo un montón de gente. Estuvo muy bien y vimos a gente que hacía tiempo que no veíamos. Nos fuimos con el útlimo metro, porque no queríamos arriesgarnos a volver en bus: la última vez que volví desde allí en bus por la noche tardé más de una hora y media.
El domingo fuimos a nuestro primer Sunday Roast (aunque fue en un restaurante, y lo típico es hacerlo en casa). Los domingos es tradición comer o cenar comida hecha al horno (pollo, cerdo, vaca, patatas, verduras...). Fuimos con una pareja que conocimos un par de semanas antes, y con algunos amigos suyos. La comida fue muy agradable y estaba muy rica, pero la sobremesa fue un poco demasiado larga.
Y nada, este fin de semana nos lo hemos tomado con mucha calma. Ayer solo salimos por la tarde porque nos habían invitado unos amigos de Maite a cenar en su casa, en Canary Wharf. Nos prepararon un montón de cosas ricas, entre ellas una lasaña vegetal que estaba para morirse (para que yo diga que una lasaña VEGETAL está para morirse, tiene que estar muy muy buena). Describiría un poco más la cena, pero después de todo lo que he escrito de comidas y cenas en este post ya estoy empachado. Y hoy ha sido un día muy relajado, hemos salido a dar una vuelta por la mañana, y esta tarde en casa tranquilos descansando que mañana vuelve a ser lunes. Por cierto, mañana empiezo en mi nuevo equipo. Al final lo de trabajar 50% en cada equipo nunca funcionó. Así que el cambio es de golpe. Las apuestas de cuanto tiempo aguantaré han pasado de dos meses a menos de un mes.

martes, 29 de enero de 2013

Invierno

La semana pasada llegó el invierno a Londres, pero por ahora parece que ya se ha ido (en parte). El fin de semana no paró de nevar, y aunque en un principio no cuajó, el domingo Londres amaneció con un manto blanco.
El sábado por la mañana, aprovechando que dejó de nevar, salimos a dar una vuelta por el barrio. Nos acercamos hasta el Broadway Market, en Hackney. Es un mercado de comida al aire libre que abre todos los sábados. Todo tenía muy buena pinta, pero no nos paramos a comer en ningún puesto porque habíamos invitado a unos amigos de Maite a comer a casa. Tomamos unas fajitas riquísimas, y después de estar un buen rato de charla en casa nos fuimos a un pub cerca de Old Street a tomar algo. Lo pasamos muy bien y nos reímos mucho. El domingo, aunque nevaba bastante y estaba todo nevado (o tal vez por eso mismo), decidimos echarnos a la calle a pasear un poco. Bajamos andando hasta el Támesis, cruzamos a la orilla sur, y fuimos bordeando el río hasta la Tate Modern. Allí hicimos una parada para entrar un poco en calor. Subimos a la cafetería de la última planta, que no tiene desperdicio. En mi opinión es uno de los sitios con mejores vistas de Londres. Una vez recuperados, emprendimos el camino de vuelta, cruzando el Puente del Milenio (o el 'Wobbly Bridge', como se le conoce aquí por lo inestable que era el día que lo inauguraron), pasando por St. Paul... pero todo esto a un ritmo bastante más vivo que a la ida, ya que el frío empezaba a pasarnos factura.

Delante de la Tate Modern

Durante la semana, en el trabajo, la única novedad es que he pedido cambiarme de equipo (al menos una temporada), porque tenía ganas de dejar un poco de lado tanta arquitectura paramétrica y programación. Después de casi un año trabajando en este equipo, me apetecía cambiar a uno más 'ingenieril' para poder hacer cosas más mundanas, que a la gran mayoría le parecen (o parecerían) bastante más aburridas que lo que estaba haciendo. En principio estaré una temporada a caballo entre los dos equipos, trabajando teóricamente 50%-50% para cada uno, aunque me temo que en la práctica estaré trabajando 100%-100% para cada equipo. O al menos eso ha pasado estos dos últimos días. El caso es que empiezo con ganas, pero a ver lo que me duran. Ya hay apuestas entre los de mi equipo, y el más optimista piensa que sólo aguantaré dos meses antes de querer volver. Ya veremos.
Este fin de semana, aprovechando el buen tiempo, salí con Richard (un amigo de la oficina -el optimista de los dos meses-) a dar una vuelta en bici. Llevábamos más de tres meses diciendo que teníamos que quedar para montar, y al fin lo conseguimos. Fuimos hasta Richmond, un parque situado al suroeste de Londres, y al que se llega después de atravesar la ciudad de punta a punta (sólo llegar hasta allí desde mi casa son unos 20km). De camino, bordeamos el Támesis, y tuve una sensación extraña al atravesar la zona del Big Ben en bicicleta: la mayoría de las veces que había estado por ahí antes había sido de turismo, y esta vez pasaba por allí como un ciudadano más, de camino a un buen día de bici (como cuando montaba en bici en Madrid y tenía que atravesar la Gran Vía para llegar hasta la Casa de Campo). Richmond es un parque muy grande (de hecho creo que debe de tener el mismo tamaño que la Casa de Campo), pero muy llano. Me hizo gracia, porque en un momento Richard me advirtió de que nos estábamos acercando a LA colina, y he de reconocer que la subida tiene mucha pendiente, pero creo que la longitud del repecho no llega ni a 500m. Me gustaría verle subiendo a Abantos. Dimos un par de vueltas (unos 10km por vuelta) y nos volvimos. Al final con la tontería recorrimos unos 60km en 2h30, que creo que no está mal para empezar. Llegué a casa bastante necesitado de glucosa, al borde del mareo, y eso que pensaba que al ser todo llano no me iba a costar demasiado.

Esto es a lo que llamo cruzarse Londres de punta a punta
Richmond está lleno de ciervos (ni se inmutan cuando te acercas a hacer una foto)

Por la tarde quedamos con Paula, María y Pepe (Michael se unió más tarde), a tomar unas pintas/vinos/sprites por Shoreditch. Estuvimos en un par de pubs, y nos retiramos antes de que les cerraran el metro (aquí el metro cierra sobre las 12, 12.30, y como te tengas que volver en autobús, ya puedes armarte de paciencia).
El domingo por la mañana salimos a comprar unas trufas de chocolate para Ed y Sofía (Ed es uno de mis compañeros de fatigas de AKT), porque nos habían invitado a cenar a su casa. Aprovechamos la excusa de las trufas, y el sol que se asomaba entre las nubes, para dar el paseito de rigor por Brick Lane y Spitalfields Market.
Sobre las siete de la tarde nos fuimos a casa de Ed y Sofía y allí estuvimos hasta las 11 más o menos. Nos prepararon una cena buena buena: fusión italo-sueca (él italiano, ella sueca). Para picar unas minitostas con salmón, tomate y mozzarela, queso, pimientos, pasta de anchoa... De primero melón con berenjenas a la parrilla, y de segundo una sopa sueca riquísima. Si preguntáis a Mai qué tal la cena, seguro que de lo primero que os habla es del postre: kladdkaka. Era un pastel de chocolate, también sueco, parecido a un brownie, y acompañado de helado de vainilla. Cenamos de lujo, y nos lo pasamos muy bien, porque son una pareja muy divertida que siempre tiene mil anécdotas e historias que contar.

miércoles, 16 de enero de 2013

Vacaciones

Acabo de ver que el mes de diciembre está totalmente blanco, y no por la nieve, sino por la falta de entradas en el blog. ¡Vaya vago estoy hecho!
El lunes pasado volvimos de vacaciones (ya ha pasado una semana, qué rápido pasa el tiempo), y para celebrarlo, el martes por la tarde estaba malo. He estado trabajando hasta el jueves (a medio gas), porque el viernes decidí quedarme en casa ya que me encontraba algo peor. El domingo, cuando parecía que ya estaba bien, fue Maite la que se levantó con fiebre, y hasta hoy. Así que una primera semana para enmarcar.
Las vacaciones han ido muy bien, siempre sientan bien dos semanas de vacaciones, de no pensar en nada, y de dejarse cuidar. Mai estuvo la mayor parte del tiempo en San Francisco, y yo en el Escorial montando en bici y poco más. Pasé un par de días por Madrid para ver a algunos amigos del colegio y de la uni, pero tampoco quería forzar. Viviendo en Londres, el último sitio en el que me apetece estar en vacaciones es en otra gran ciudad, llena de gente, de coches, de jaleo...



De lo que hicimos en diciembre poco me acuerdo. Tuve la fiesta de AKT, que estuvo bastante mejor de lo que esperaba, tuve que hacer dos amigos invisibles también en AKT (soy poco de amigos invisibles, pero he de reconocer que en el fondo me lo pasé bien preparándolos).

Amigo invisible 1: torre de galletas con la forma de la torre en la que está trabajando el susodicho 
Amigo invisible 2: frikitaza, sólo los duchos en Grasshopper apreciarían el regalo (me imagino que más de uno(s cuantos) ni siquiera sabe(n) lo que es Grasshopper... no os perdéis nada, seguro que tenéis una vida más tranquila :))


Un fin de semana alquilamos una bicicleta para Mai y salimos el sábado y el domingo a hacer dos excursioncillas por aquí cerca: el sábado bordeamos el canal que va desde Limehouse hasta Angel. A medio camino nos desviamos al Victoria Park, un parque situado al este, no muy lejos de nuestra casa. Amplio, muy plano, mucho césped, vamos, muy inglés. La excursión merece mucho la pena, porque se ve Londres desde el canal. Y aunque hay zonas más deshabitadas y más dejadas, hay otras zonas muy cuidadas, con cafeterías muy apetecibles, y si encima hace buen tiempo es una pasada. El domingo nos acercamos a la Villa Olímpica, y a pesar de estar cerrada al público se puede rodear y se ven bastante bien las instalaciones. Fueron dos excursiones tranquilitas, que tampoco quiero hacer que Maite odie la bici antes de empezar.

Menuda pro...
La Villa Olímpica

lunes, 26 de noviembre de 2012

Edinburgh

El fin de semana pasado, estuvieron Jaime (un amigo de la uni que ahora vive en Suiza) y su novia por aquí. Estuvieron alojados en casa de Pepe y Paula, pero nosotros fuimos quedando con ellos a lo largo del finde. El sábado estuvimos en un par de pubs con ellos y con algunos amigos más; primero por la zona de St. Paul y después por la zona de Angel. El día siguiente, Mai y yo fuimos a pasear por Columbia Road esperando que nos llamasen para quedar por allí, pero en vista de que salieron bastante la noche anterior, y se despertaron tarde, nosotros nos fuimos a pasar la mañana a Regent´s Park aprovechando el día de sol. Nos unimos a ellos a tiempo para volver a pasear por Columbia Road (creo que era mi cuarto fin de semana consecutivo pasando por allí), y ya por la zona de Spitalfields nos metimos en un pub a saciar su sed de pintas. Nosotros nos retiramos temprano para poder empezar la semana descansados.
Y este fin de semana, aprovechando que aún no ha llegado el invierno (aunque casi), y que teníamos un fin de semana sin visitas, nos hemos escapado a Edimburgo. Salimos el sábado muy temprano, y después de un viaje de 4h30 en tren, llegamos a la capital de Escocia. El viaje se hace un poco largo (sobre todo a la vuelta) pero al menos se puede ir disfrutando del paisaje. Al llegar, fuimos a dejar la mochila en el bed&breakfast, comimos un sandwich rápido, y nos pusimos a patear la ciudad. El sábado tuvimos suerte con el tiempo, porque aunque no era muy soleado, al menos no llovió. Empezamos paseando por Princes Street, para luego cruzar al lado sur (el centro de Edimburgo está partido en dos por la estación, las vías del tren, y el castillo) y dirigirnos hacia Holyrood Park (es el parque donde está el mítico acantilado de Edimburgo). Allí subimos un poco por un camino bastante escarpado paralelo al acantilado, desde donde se podía ver una buena panorámica de Edimburgo. El camino continuaba hasta la cima pero teniendo dos días para ver la ciudad no queríamos entretenernos demasiado. 

Las vistas desde Holyrood Park

Al bajar de allí nos acercamos al Parlamento Escocés: es un edificio del arquitecto Enric Miralles. Lo visitamos por fuera y por dentro y seguimos nuestra ruta. 

En el hemiciclo (aunque casi no se vea)

Recorrimos la Royal Mile de principio a fin, parándonos en algunos de los típicos "closes" (son pasajes peatonales que conectan la Royal Mile con las calles laterales). Cuando llegamos al castillo, viendo el precio de la entrada, decidimos que desde fuera era muy bonito. Desde allí, bajando de nuevo por la Royal Mile, nos dirigimos hacia el Museo Nacional de Escocia. Nos lo había recomendado un amigo de Mai que trabaja allí, porque tiene muy buenas vistas. Entramos y fuimos directamente hacia la azotea, para ver Edimburgo antes de la puesta de sol (que en estas fechas es sobre las 16.00). Pillamos el cielo en esos momentos que está rojizo por la posición tan baja del sol, y después de alguna foto, nos fuimos al bar del museo a que Mai recuperara la temperatura corporal.

Las vistas desde el Museo Nacional de Escocia
Vista del interior

No nos dio tiempo a ver nada más del museo, porque lo cerraban a las 17.00, pero tenía muy buena pinta. Cuando nos echaron del bar, nos encaminamos hacia Princes Street de nuevo, porque queríamos pasear un poco por la zona oeste, que en teoría es una zona muy animada, pero como estaba todo de obras (estaban poniendo vías para el tranvía), la zona estaba bastante muerta. Terminamos el día cenando en un restaurante italiano de la zona comercial.
El domingo amaneció lluvioso, pero como teníamos asumido que iba a llover (ya los vimos en las predicciones la noche anterior), cogimos el paraguas y nos fuimos a pasear. Nos acercamos hasta el río que atraviesa los Dean Gardens y llegamos hasta la Galería Nacional Escocesa de Arte Moderno. 

Cruzando el río
Los lavabos del museo de arte moderno

Aprovechamos para secarnos y calentarnos un poco mientras veíamos algunos cuadros. Una vez listos para seguir, fuimos de vuelta al centro, donde comimos algo antes de entrar en la Galería Nacional Escocesa. Al salir paseamos un poco por los jardines de Princes Street, y entramos en alguna tienda típica para turistas. Cogimos el tren de vuelta a las 16.30 de la tarde. La vuelta fue bastante pesada, y encima de pasar bastante frío llegamos con retraso a Londres. Aún así el viaje mereció la pena.

Los jardines de Princes Street


PD: ¡muchísimas felicidades Magionnette! Espero que estés pasando un buen día de cumple y lo celebres con una buena bollada el viernes. Te mando un beso muy fuerte desde Londres, y que sepas que me da mucha pena no poder estar allí para poder celebrarlo con vosotros.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Cumpleaños

El fin de semana pasado fue mi cumpleaños. Y para celebrarlo vinieron mis padres, mi hermano y su novia, y mi hermana. El viernes me cogí el día libre en el trabajo para poder estar con ellos. Empezamos el paseo por Londres relativamente pronto por la mañana. Alquilamos siete bicis Barclays y nos dirigimos hacia el centro. 

El pelotón camino del centro

Lo del alquiler de bicis Barclays es un invento, pero encontrar una parada donde haya espacio para coger/dejar siete bicis es un desafío. Salimos desde nuestro barrio y cuando llegamos a la zona de Temple nos pusimos a buscar sitio para dejar las bicis. Suerte que tenemos una super-aplicación en el móvil que dice en tiempo real el número de bicis que hay en cada parada, porque gracias a ella pudimos encontrar un rincón perdido cerca del río dónde había espacio para todos. ¡Hasta nos sobraron cinco minutos! Dejamos las bicis (y las emociones) y paseamos un poco por la orilla norte del Támesis, hasta llegar al puente de Hungerford (me acabo de enterar de que se llama así mirándolo en Google Maps, el caso es que es el puente que conecta Embankment con Waterloo). 

Cruzando el Támesis

Cruzamos por ahí, y como buenos turistas nos dirigimos al London Eye. Yo hacía unos 8-10 años que no me subía, y quitando el precio, que es  exagerado, las vistas merecen la pena. No hacía un día muy soleado, pero al menos no era un día de esos grises con las nubes bajas.


La familia
¡Qué guapos!
Elena y Maite debatiendo (seguro que hablaban de Murakami y los gatos que hablan)

Después de hacer un poco el payaso para la foto, cogimos otra vez las bicis rumbo al Borough Market. Allí dimos un buen paseo mientras decidíamos que íbamos a comer. Con tanta oferta es difícil decidirse, pero al final la mayoría optamos por un trozo de pizza, aunque algunos más originales comieron raclette y un sandwich con muy buena pinta. Al terminar, ante tanta oferta de postres, sucumbimos a unos trozos de brownie macizos como ladrillos y a alguna que otra cookie. 

Con el postre... algunos ni se molestan en posar para la foto :P

Para bajar tan copiosa comida, terminamos de ver los puestos del mercado y nos acercamos a la Tate Modern. Allí subimos al bar, que tiene unas vistas espectaculares del río y de St Paul. A partir de allí nos separamos: los que estábamos más cansados nos volvimos de vuelta a casa a descansar un rato, y otros se fueron de tiendas por el centro (¡pobre Dani!). Después de descansar un rato, mi padre y yo habíamos quedado con mi madre en su hotel para ir a dejar las maletas. Fuimos allí a dejar las cosas, pero tuvimos que esperar bastante a que apareciese mi madre. Yo no podía entender porque tuvimos que esperarla tanto tiempo a que llegase al hotel, pero no tardé mucho en descubrirlo. Dejamos las maletas en el hotel y subimos andando hasta casa. Esto es lo que me encontré al abrir la puerta: 

Será por torteles...
Todos con cara de "a ver si hacen ya la foto y podemos atacar los mini-croissants"

¡Me habían preparado una bollada sorpresa! Lo mejor de todo es que no me lo esperaba, ni siquiera sospechaba nada de nada. Además habían invitado a Pepe y a Paula, que ya son como de la familia. Cenamos de lujo, y terminamos con los torteles que se nos salían por las orejas. Como no estaba el primo Fede, sobró alguno (cosa que en Madrid rara vez pasaba). Después de un ratillo de charleta y unos cuantos regalitos :) mis padres, mi hermana y su novio se fueron, y Pepe y Paula se quedaron a tomar unas cervezas.
El sábado fuimos a por uno de los regalos: una bici de carretera superchula. Me/nos costó un montón elegirla, pero al final nos llevamos la mejor :).

Recogiendo la bici :)

Ese día paseamos un poco por la City (nos acercamos a ver el edificio de Fóster y el Lloyd's), y por la tarde algunos se fueron de compras. 

Contemplando el Lloyd's
La cocina hasta arriba

Cenamos en un vietnamita que tenemos muy cerca de casa y nos acostamos pronto para poder 'madrugar' la mañana siguiente.
Teníamos que madrugar porque Dani y Elena volvían a Bélgica a las 13h00, y no queríamos que se fueran sin ver Columbia Road, el Box Park, Brick Lane y Spitalfields. Nos dio tiempo a ver todo aunque llegaron al tren por los pelos. Mai y yo nos tomamos la tarde libre mientras mis padres se pateaban Londres de punta a punta (son incombustibles...). Cenamos todos en casa tranquilitos y se marcharon el lunes de madrugada. 
Fue un fin de semana de cumpleaños guay, porque a pesar de tener tan lejos a la familia, este tipo de cosas hacen que la sienta muy cercana. ¡Muchas gracias a todos! :D

jueves, 8 de noviembre de 2012

Visitas

Este mes va a ser, o más bien, está siendo, el mes de las visitas. El miércoles de la semana pasada vino a buscarme a la salida del trabajo mi primo Miguel, que estaba pasando unos días por Londres. Le invitamos a cenar a casa y nos pusimos un poco al día porque como ahora él vive en Viena y yo aquí, no nos vemos demasiado.
El día siguiente llegaron Cris y Fabio, unos amigos de Maite, a pasar unos días con nosotros. Ese mismo jueves yo tuve 'team drinks' con mi equipo de AKT II: una vez cada tres meses la empresa paga una cena y unas copas a cada equipo. Me imagino que será para fomentar el compañerismo. Generalmente la mayoría de los equipos se gastan todo el presupuesto en pintas y copas. En nuestro caso, empezamos con una pinta en un pub, pero al terminarla nos fuimos a cenar a un chino. Después del chino, nos fuimos a otro pub, y en vez de pedir más pintas (lo que haría cualquier otro equipo), nos pedimos una gofres. La noche estuvo muy bien, y además casi no hablamos de trabajo. Nos reímos mucho, y no acabamos demasiado tarde, porque al día siguiente tocaba currar. El viernes por la tarde, Mai y yo habíamos quedado para tomar algo con unos amigos de mi tío Javier. Quedamos en un bar de cócteles, pero acabamos pidiendo un par de vinos, una cerveza y una coca-cola (creo que a estas alturas no hace falta decir quien fue el de la coca-cola). De ahí nos fuimos a cenar al Busaba. Es un restaurante tailandés que hay por nuestro barrio, que nos habían recomendado varias personas. Tuvimos que esperar un buen rato para entrar porque había bastante cola. Para colmo era el primer día que hacía frío en Londres, así que pasamos bastante frío durante la espera. Al menos mereció la pena. Cenamos muy bien los cuatro, muy rico todo, aunque con tanto ruido era difícil mantener una conversación en condiciones (y encima en inglés...).
El sábado, mientras yo jugaba al baloncesto, Maite y sus amigos estuvieron de paseo por Londres. Cenamos en casa y ellos se fueron a tomar algo a un pub de por aquí. El domingo les llevamos al mercadillo de flores, a Brick Lane, y al mercado de Spitalfields (visitas obligadas). Después de comer una superhamburguesa en el Box Park, ellos siguieron de turismo (se fueron a Hyde Park) y nosotros nos volvimos a casa.

De camino a la hamburguesería
Esperando a que lleguen las hamburguesas
Una imagen vale más que mil palabras, aunque en este caso, sería mejor un mordisco

El lunes por la mañana se fueron de vuelta a Ibiza, y el martes por la noche aterrizaba mi prima Cris. Cris se quedaba hasta el lunes siguiente, pero el fin de semana lo pasó con una amiga en el pueblo donde vive. La verdad es que yo solo la veía al volver del trabajo, y generalmente ya estaba en pijama. Quién la ha visto y quien la ve... Aunque no me extraña: por la mañana se pateaba Londres ella sola, y por la tarde Maite la acompañaba para enseñarle cosas menos turísticas, quitando el Borough market, donde el jueves compraron tres trozos de brownie grandes como ladrillos. Nos los tomamos después de cenar y casi no nos podíamos mover.

Menudo tamaño de brownie (acompañado de helado de vainilla, ¡por supuesto!)

El fin de semana fue más tranquilo, estuvimos en plan más casero aprovechando que Cris estaba con su amiga. Eso sí, el sábado por la tarde salimos a pasear por Covent Garden, y de paso aprovechamos para quedar con Igor y Jordi, dos amigos que hicimos cuando estuvimos de erasmus en Estocolmo, que estaban pasando el finde aquí. El domingo, aprovechando la lluvia, yo me quedé en casa vagueando bastante, y Mai, bastante menos casera que yo, fue al gimansio y a dar un paseo por Brick Lane. 
Esta semana de curro ha sido bastante tranquila, además ahora estoy con un proyecto interesante, lo cual ayuda. Encima mañana me he cogido el día libre, porque esta noche vienen mi hermano y su novia, y mañana mis padres y mi hermana a pasar el fin de semana con nosotros.